Si bien la experiencia con los coches eléctricos en España fue un duro desengaño, en parte gracias a la crisis, en parte a un exceso de optimismo, la expectativa de aceptación de los coches híbridos es muy alta entre los españoles.
Según un estudio realizado sobre las preferencias automovilísticas de los hispanos, se concluyó que nueve de cada diez conductores estaría dispuesto a comprar un coche híbrido por el ahorro de combustible que un motor de ese tipo genera en el largo plazo, lo que compensa con creces el sobrecoste de 10% con respecto a los coches movidos a combustibles tradicionales.
El fracaso del coche eléctrico en España pudo deberse a las demasiado altas expectativas puestas en su aceptación por el gran público. Durante el gobierno del Partido Socialista se establecieron políticas de apoyo y promoción a la compra de esos vehículos, acordándose importantes subsidios. Pero a pesar del apoyo financiero, los particulares adquirieron tan solo medio millar de vehículos de un total esperado de 50.000 unidades.
El gobierno central, a través del Ministerio de Industria, firmó acuerdos con las ciudades de Sevilla, Madrid y Barcelona, para que estas facilitaran la instalación de puestos de carga rápida para los coches eléctricos. Pero el coste de mantenimiento de estos puestos habida cuenta del parque tan reducido de este tipo de coches, ha obligado a los ayuntamientos a pensar en privatizarlos.
Los coches híbridos no generan este problema, y si bien la profunda crisis económica actual ha hecho retroceder las ventas un 2.6 %, son los que más prometedor futuro tienen entre el público español.
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